¡Buenos días por la mañana!
Escribo esto a las cinco y media de la mañana, mientras planeo mi semana y me aventuro con un día en el que me propongo dar el cien por cien. Ya os conté por snapchat que estoy pelín estresada en el trabajo, así que hoy pretendo rendir mucho para sentirme un poco mejor. Cuando termine, a la hora que sea que hoy no sé cuál será, quiero hacer deporte, ir a la frutería y pasar a recoger un par de cosas por Seur. Ese va a ser mi día y la semana no os la cuento que si no me enrollo demasiado, pero no os preocupéis, porque ya lo tengo todo bajo control :P
Este fin de semana me ha servido para olvidarme de lo regular que terminó mi semana pasada y, de paso, para pasarlo muy bien, ayer todo el día con cuatro americanos hablando en inglés, así que imagináis lo variadito. Y hoy, como hace mucho que no hacía eso de relatar un día entero, vengo con la historia de mi sábado, un día de lo más normal en cualquier fin de semana de Mr. Mus et moi...
Me levanté temprano para acompañar a mi madre a la estación, que después de unos días en casa volvía a Zaragoza. Era tempranísimo, antes de las ocho, y a la vuelta me crucé con un par de runners que me pusieron los dientes largos, así que decidí que eso sería lo primero que haría: ir a correr. ¡Me sentó de miedo y después de seis semanas sin parar puedo decir que he vuelto al redil, estoy súper contenta! :D
El Bigotes había llegado a las mil el día anterior, muy cansado tras la fiesta de graduación de turno, así que se levantó más tarde de lo normal en él (¿las nueve y media? XD) y desayunamos juntos este desayuno tan rico para unos y tan poco apetecible para otros que destripé en calorías y macros
en mi Instagram @anitacomesano... ¡A muchos os parece de locos un desayuno inglés y a mí me parece de locos que no os apetezca, jeje!
Luego me dí una ducha de las de sin prisa y con potingues, de las de disfrutar del sábado, y con potingues no me refiero a nada fuera de lo común, sólo a
este anticelulítico del que ya os he hablado otras veces y la
mantequilla corporal de Soap and glory con olor a desayuno que también habéis visto ya por aquí...
Decidimos salir a un centro comercial. El Bigotes quería comprarse algo de ropa de verano porque no tiene nada que ponerse (ejem) y yo voté por ir a Xanadú y así pasábamos por
Forever21, que me gusta mucho y sólo lo hay allí.
No es que quisiera comprar nada para mí, pero como soy muy precavida me puse cómoda para probarme lo que fuese, jeje. En concreto llevaba
este vestido
y, como siempre, al llegar a Forever 21 y me fui directa a la ropa de deporte.
Ya lo sabéis:
la colección Activewear de Forever 21 me vuelve loquísima y no pretendo superarlo, me he dado por vencida, lo siento. :P
Eso sí, me porté bien y lo único que me llevé fue
este top deportivo que tenía fichado en la web pero no quedaba en XS... lo vi allí y ¡¿cómo dejarlo?! ¡Por fin era mío! ;)
El Bigotes compró un millón de cosas, empezó en Forever 21 pero siguió y siguió y siguió y me tuvo todo el día cansadísima esperando en los probadores...

En medio de nuestro periplo de compras, hicimos una parada para comer. Lo hicimos en uno de esos restaurantes (este era argentino) de los que te van sirviendo carne asada hasta que te cansas. Mmmm estaba muy rico y como siempre nos pusimos morados, aunque hay cosas que siempre dejamos sin probar sin ninguna dificultad, como el pan o las patatas fritas...
Pero las compras no habían terminado. Aunque sólo compraba el Bigotes, aproveché para pasar por alguna tienda de las que me gustan
y buscar otras cosas que tengo en mente, como las Nancys, de las que quiero hablaros próximamente.

Después, aprovechando que no estábamos lejos, cogimos el coche y fuimos a
Costco.
Esta vez no necesitábamos comida; la idea era comprarme
unas sandalias Birkenstock que habíamos visto allí a muy buen precio pero resultó que ya no había de mi talla, por lo que todos mis caprichos fueron una caja de mangos mexicanos (que están deliciosos, por cierto), una bolsa de kale de Jaén a la que ya he dado salida y dos BB creams que estaban muy bien de precio...
El Bigotes aún aprovecho para probarse un millón de gafas, conquistar a la de la óptica y acabar llevándose su enésima montura. Yo no sé qué le pasaba pero estaba desatado jajaja.
Llegamos a casa sobre las siete muy cansados pero contentos, y más que nos pusimos cuando nos tiramos en el sofá, preparé
una merienda rica y comenzamos el capítulo de turno de Downton Abbey. ¡Cómo nos está gustando!
La cena la arreglamos con cualquier cosita: un poco de humus, crudités y edamame y.... ¡marchando!
A nosotros nos gusta pasar un día del fin de semana así, tranquilamente, haciendo lo que nos gusta, que suele ser comer, ir de compras, tirarnos en el sofá y salir a correr... para gustos, colores, pero siempre es un lujo poder hacer lo que te gusta.
¿Qué hacéis vosotros un sábado cualquiera?
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